El principio de la ventaja comparativa explica por qué los países se benefician del comercio internacional. Este término fue planteado por primera vez por Adam Smith al hacer referencia a la especialización en la producción. Más tarde fue David Ricardo quien desarrolló el concepto tal y como se entiende hoy en día, en su libro “On the Principles of Political Economy and Taxation” (Sobre los principios de la economía política y los impuestos), publicado en 1817, donde desarrolla su propia teoría del comercio.
Al comparar dos países, incluso si uno de ellos posee ventaja absoluta en la producción de dos bienes en relación con el otro, puede ser posible para ambos países la obtención de un beneficio al comerciar entre ellos. La clave reside en el hecho de que cada país solo debería producir aquel bien que posea el menor coste de oportunidad. Cuando un país se especializa en los bienes en los que posee ventaja comparativa, la producción total aumenta.
Siguiendo el ejemplo de Ricardo, Portugal puede producir tela y vino con menos factores productivos que Inglaterra. Sin embargo, el coste de oportunidad de Portugal al producir vino es menor que al producir tela, mientras que en el caso de Inglaterra el coste de oportunidad de producir tela es menor. Si Portugal se especializa en la producción de vino e importa tela, e Inglaterra se especializa en la producción de tela e importa vino, ambos países puede obtener un beneficio de su ventaja comparativa.
Veamos esto con un ejemplo numérico. Si Inglaterra requiere 10 unidades de trabajo para la producción de una unidad de tela y 12 para la producción de una unidad de vino; mientras que Portugal necesita 7 unidades de trabajo para producir una unidad de tela y 8 para una unidad de vino, Portugal tiene una ventaja absoluta tanto en la producción de tela como de vino, como se muestra en la tabla.
Sin embargo, debemos considerar el coste de oportunidad de producir cada bien. Los costes comparativos son 10/12=0,83 para Inglaterra y 7/8=0,875 para Portugal; estos se denominan relaciones de intercambio.
Se puede ver fácilmente que Portugal produce a menor coste que Inglaterra: para la tela, (10-7)/10=30% más barato y para el vino, (12-8)/12=33,3%. Como puede producir ambos bienes a un coste menor, sabemos que Portugal posee ventaja absoluta en la producción de ambos bienes. Sin embargo, también se puede ver que Portugal tiene una ventaja comparativa en la producción de vino ya que es comparablemente más barato que la tela (33,3% para el vino y 30% para la ropa).
Podemos obtener el mismo resultado con el razonamiento contrario. Inglaterra produce a mayores costes: para la tela (10-7)/7=42,8% más caro, y para el vino (12-8)/8=50% más caro. Por lo tanto, Inglaterra posee ventaja comparativa en la producción de tela ya que es comparablemente más barato que el vino (42,8% para la tela en lugar del 50% para el vino).
En este caso, el comercio beneficiará a ambos países siempre que los términos de intercambio se mantengan entre 0,83 y 0,875 unidades de tela por vino. Como conclusión, el comercio puede beneficiar a cualquier país, ya que permite a cada uno especializarse en la producción de bienes y servicios en los que posee ventaja comparativa.