Un régimen cambiario es el sistema que la autoridad monetaria de un país, generalmente el banco central, adopta para establecer el tipo de cambio de su propia divisa sobre otras divisas. Cada país es libre de adoptar el régimen que considere óptimo, y lo hará usando políticas monetarias y a veces incluso fiscales.
La distinción entre los distintos regímenes es generalmente establecida entre tipos fijos y flexibles, pero encontramos muchas otras clasificaciones, algunas de las cuales están entre los siguientes casos extremos:
–Unión monetaria, con una moneda común, como la Eurozona;
–Adopción de moneda, que se caracteriza por el uso de la moneda de otro país;
–Junta monetaria, un acuerdo explícito sobre un tipo de cambio fijo entre dos o más divisas;
–Zona objetivo, donde se permite al tipo de cambio fluctuar entre ciertos límites;
–Crawling peg, con un tipo de cambio ajustado periódicamente;
–Flotación sucia, un régimen de cambio flexible con alguna intervención del gobierno;
–Flotación pura, el tipo de cambio es determinado por el mercado.
La trinidad imposible, también definida como “trilema”, afirma que cualquier régimen de cambio tendrá solo dos de las siguientes tres características: libre movimiento de capitales, tipo de cambio fijo, política monetaria soberana.
Todo régimen cambiario tiene sus peculiaridades, virtudes y defectos. La determinación del sistema más apropiado para un determinado país es una tarea complicada. La economía de un país está altamente afectada por esta decisión.
La siguiente figura muestra los diferentes regímenes según cuatro variables: la flexibilidad del cambio, la pérdida de una política monetaria independiente, el efecto anti inflación y la credibilidad del compromiso del tipo de cambio.