El modelo de Chamberlin analiza y explica los equilibrios de corto y largo plazo que se producen bajo competencia monopolística, una estructura de mercado formada por múltiples productores que actúan como monopolistas aunque el mercado en su conjunto se asemeja a un mercado perfectamente competitivo. El economista Edward H. Chamberlin da nombre a este modelo, que desarrolló en su libro «Theory of Monopolistic Competition» (Teoría de la competencia monopolística) de 1933.
Hipótesis de partida
Chamberlin menciona una serie de hipótesis de partida que son necesarias para que este mercado funcione correctamente. Estas incluyen:
La existencia de un conjunto de productos que los consumidores perciben como sustitutivos cercanos. La elasticidad cruzada de estos productos es alta pero nunca infinita.
Cada empresa monopoliza un producto, aunque comparte el mercado con el resto de la industria.
Hay un gran número de empresas en el mercado.
No hay barreras de entrada o salida al mercado.
Movilidad total de factores de producción.
Hay cierto grado de miopía del agente, en el sentido de que no aprenden de los errores del pasado.
Demanda percibida vs demanda real
Chamberlin introdujo en su modelo una distinción entre las curvas de demanda percibida y efectiva. Por un lado, la demanda percibida, d en la figura adyacente, es la demanda que la empresa planea suministrar o, en otras palabras, cómo la empresa cree que los clientes actuarán respecto a su producto. Por otro lado, la demanda efectiva, D, es la forma en que el mercado actuará, es decir, cómo los clientes actuarán en base a sus percepciones sobre el mercado. Sin embargo, los consumidores siempre elegirán el mejor precio y la mayor cantidad posible. Por lo tanto, elegirán siempre estar en lo que se llama demanda real (verde).
Equilibrio en el corto plazo
En el corto plazo, como se muestra en la segunda figura, cada empresa actuará como monopolista en su mercado. Dadas sus curvas de demanda y coste, maximizarán los beneficios al producir el nivel de producción al cual el coste marginal es igual al ingreso marginal. Obtendrán o no ganancias, dependiendo de la estructura de costes. En nuestro ejemplo, no hay beneficios.
Equilibrio en el largo plazo
A largo plazo, la estructura de costes de la empresa varía, lo que le permite bajar sus precios con el fin de atraer a más clientes. Comencemos a analizar el equilibrio a largo plazo considerando que la empresa se encuentra en esta situación de equilibrio (A), y debido a sus beneficios, no tiene incentivos para cambiar su precio. Sin embargo, los beneficios extraordinarios que la empresa está haciendo atraerán nuevos competidores al mercado. Aunque la demanda agregada en el mercado se mantiene, la entrada de nuevas empresas se traducirá en una caída de la demanda efectiva de la empresa. Esta caída en la demanda de la empresa se ilustra por el desplazamiento de la curva de demanda hacia la izquierda, de D a D y un nuevo punto de equilibrio se alcanzará en B.
Sin embargo, la empresa querrá recuperar sus niveles de beneficios anteriores y, por lo tanto, bajará su precio buscando atraer clientes. El resto de empresas seguirá la misma estrategia para que no se pierdan clientes, por lo que los cambios en sus competidores y sus propias estrategias cambiarán la demanda percibida de la empresa, de d a d ‘. Un nuevo equilibrio se alcanzará en C, pero esta vez las empresas estarán incurriendo en pérdidas, ya que el precio será inferior al coste medio. Esta pérdida de beneficios causará la salida de las empresas del mercado, desplazando la demanda efectiva hacia la derecha y la demanda percibida hacia abajo, ya que cada empresa que permanece en el mercado aumentará su demanda individual. Este proceso se repetirá hasta que se alcance el punto de equilibrio, de D a D *. En este punto de equilibrio, E *, la curva de demanda será tangente al coste medio a largo plazo y al precio fijado a este nivel. Los beneficios serán iguales a cero y por lo tanto no habrá entrada o salida de empresas.
Principales conclusiones
El modelo de competencia monopolística de Chamberlin analiza una estructura de mercado totalmente nueva, aparte del monopolio clásico y la competencia perfecta. Demuestra que en un mercado el número de empresas puede ser irrelevante, y los resultados perfectamente competitivos pueden ser alcanzados. De hecho, en términos de bienestar y diferenciación de productos, la competencia monopolística es deseable.

Vale la pena mencionar que estos resultados son similares a los de los mercados disputados de William Baumol, ya que el número de empresas en el mercado no necesariamente determina cuán competitivo es. Además, los resultados son contrarios a los resultados encontrados en el modelo de duopolio de Bertrand.