El crecimiento económico es definido como un aumento del valor real de los bienes y servicios que produce una economía. Es importante enfatizar la palabra real en esta definición y entender la diferencia al hablar en términos nominales, ya que un aumento en la oferta monetaria podría aumentar el valor nominal sin cambiar el valor real.
En economía, el crecimiento es normalmente medido por el cambio porcentual del PIB de una nación. Esta variable nos da una idea sobre el crecimiento de una determinada economía, pero no sobre su calidad y sus efectos sobre el bienestar, que son examinados detenidamente por aquellos preocupados con el desarrollo de la calidad de vida. Al tratar con economías en desarrollo, la atención cambia hacia otra variable, el PIB per capita.
El crecimiento económico puede derivar de tres fenómenos: el crecimiento demográfico, un incremento en la calidad y cantidad de los recursos naturales y un incremento de la productividad. Mientras que en los dos primeros casos el crecimiento resulta de un aumento en uno de los dos factores de producción, trabajo y capital respectivamente, en el último, con la misma cantidad de factores, hay un aumento de la producción lo que implica un aumento de la eficiencia.
Aunque existen varios modelos de crecimiento, para simplificar la cuestión, solo citaremos los principales, de los que derivan la mayoría de versiones:
-El modelo de Harrod-Domar: Este modelo está inspirado por el keynesianismo y se preocupa de las situaciones en las que existe una desviación con respecto al punto de pleno empleo. Postula que hay medidas para acelerar la inversión junto con el crecimiento y por ello abogan por la intervención del gobierno.
-El modelo de Solow-Swan: este modelo sigue una función de producción neoclásica pero también considera el progreso tecnológico. Es seguramente el modelo más conocido.
-El modelo de Cass-Koopmans: este modelo dinámico es desarrollado a partir del modelo neoclásico. El modelo también analiza las cantidades óptimas de consumo y oferta.
El mayor aumento en la producción a lo largo de la humanidad ha venido por la especialización, el progreso tecnológico y la educación. De hecho, el aumento en la productividad ha tenido efectos positivos sobre el crecimiento demográfico, aumentando incluso los niveles de crecimiento económico, como ocurrió durante la revolución industrial que permitió a la población escapar de la trampa Maltusiana.