La nueva macroeconomía clásica surgió del desarrollo de los principios de la economía neoclásica como la condición de equilibrio de mercado y la optimización del comportamiento de los agentes, que relaciona esta escuela con el monetarismo. Su auge como doctrina fue iniciado gracias al trabajo de Robert Lucas a comienzos de los setenta (escuela de Chicago).
De hecho, Lucas desarrolló en 1973 lo que es conocido como teoría de las expectativas racionales, una versión mejorada de la teoría de las expectativas adaptativas usada por los monetaristas, que cambió la forma en la que el análisis macroeconómico era llevado a cabo. Estas expectativas racionales esta aún hoy en uso en muchos ámbitos de la macroeconomía.
En cuanto a las políticas, la nueva macroeconomía clásica cree que el gobierno no ha de intervenir en la demanda ya que no es beneficioso para la economía, incluso en el corto plazo. Argumentan que el gobierno puede promover el crecimiento y estabilizar la economía solo a través del lado de la oferta.
Economistas como Thomas Sargent, Edward Prescott, Neil Wallace y Robert Barro están entre los más destacados de esta corriente, cuyas teorías son normalmente opuestas a aquellos seguidores de la nueva economía keynesiana.