El modelo de Layard y Nickell de la NAIRU apareció como respuesta de la Nueva Economía Keynesiana al concepto de la tasa natural de desempleo, concebida por Milton Friedman como una crítica de la curva de Phillips apoyada por la Síntesis Neoclásica.
De hecho, este modelo fue capaz de explicar el paradigma dejando a un lado las hipótesis de mercado de trabajo perfectamente competitivo y pasando a un modelo basado en la determinación de los salarios por medio de la negociación de los sindicatos. En un mercado perfectamente competitivo, los salarios y los precios de los bienes son tradicionlamente determinados considerando que el precio de un producto está fijado por su coste marginal (y, en el caso de competencia imperfecta, por un margen de beneficio).
Los sindicatos negociarán con las empresas para obtener sueldos reales mayores para los trabajadores. En la figura adyacente se puede ver cómo según el modelo, cuanta más gente es empleada y representada por los sindicatos, mayores serán los sueldos reales, dando lugar a la curva SRN (salario real negociado). La explicación es muy sencilla: desde la perspectiva de los trabajadores, mayores tasas de empleo implican menores costes de oportunidad derivados de la búsqueda de trabajo; por otro lado, es más probable que las empresas paguen salarios mayores cuando la economía está en expansión, ya que no querrían disminuir la producción, lo que ocurriría si los trabajadores convocasen huelgas.
Una vez que los sindicatos han negociado unos salarios adecuados, la empresa fijará los precios (P) considerando tanto los costes de producción como los márgenes de beneficio (μ). Si asumimos que los salarios reales (W) son el único coste de producción (que es una hipótesis razonable, ya que los salarios corresponden a una gran parte de los costes totales de producción), y tomamos en consideración la productividad marginal (PMgL), obtenemos el que sería el precio escogido por la empresa:
Llegamos a que el salario real es:
Este salario real (denominado salario real precio-determinado, SRP) puede ser gráficamente representado como se muestra en la figura adyacente. Nótese que es una línea horizontal, ya que para cualquier SRN, y a cualquier nivel de empleo, el margen de beneficio sería el mismo, así como la productividad marginal.
La relación recíproca entre salarios e inflación queda determinada. La distancia entre el nivel de empleo en equilibrio (L*) y la fuerza total de trabajo (LT), es la NAIRU. Cuando, por ejemplo, el nivel de empleo aumenta, los sindicatos serán capaces de negociar salarios mayores (A). Ya que la empresa no estará dispuesta a aceptar una disminución en los beneficios, el margen de beneficio se mantendrá, lo que implicará un aumento de los precios. Por lo tanto, un aumento del empleo, que lleve el empleo a niveles mayores que la NAIRU, acabará trayendo consigo un aumento del nivel de precios.
Cualquier variable que afecte a la determinación de los salarios o a las tasas de desempleo es muy probable que afecte a la inflación. Así, fijar los salarios por encima de los que habría en un mercado de trabajo competitivo, lleva a un incremento de los precios, lo que aumenta la inflación y reduce los salarios reales. De la misma forma, un aumento en las ayudas al desempleo eleva los salarios por encima de su nivel natural, con efectos similares. En esta lucha de márgenes de beneficio entre empresas y trabajadores, la NAIRU cobra relevancia. Esta intenta explicar los factores estructurales entre algunos países con mayor o menor tasa natural de desempleo que otros. Empíricamente, es interesante destacar que solo el 15% de los salarios en EEUU son fijados por los sindicatos, mientras que en algunos países de Europa, como Francia, Italia o España, famosos por tener una NAIRU elevada, alrededor de el 75% de los trabajadores están cubiertos por acuerdos colectivos.