La economía del bienestar es parte de la economía normativa, cuyo objetivo es evaluar diferentes situaciones de un sistema económico para seleccionar la mejor.
Su estudio data de la época de Adam Smith, quien relacionó un aumento del bienestar con un aumento de la producción, y a Jeremy Bentham, cuyas perspectivas utilitarias le hicieron pensar que el bienestar era equivalente a la suma de las utilidades individuales o, en otras palabras, a una utilidad social.
La economía tradicional del bienestar está basada en los trabajos de tres economistas neoclásicos. Alfred Marshall enunció que el bienestar de un consumidor era el excedente del consumidor y por lo tanto era medible en unidades monetarias. Vilfredo Pareto criticaría este punto de vista cardinal y sería quien construyera una verdadera teoría sobre el bienestar en su libro “Manuale di Economia Politica” (Manual de política económica), de 1906. Basándose en los principios de unanimidad e individualismo, diseñó lo que hoy en día se conoce como optimización de Pareto, que sería el núcleo de la economía del bienestar. Más tarde, Pigou escribía “The Economics of Welfare” (La economía del bienestar), de 1920, afirmando que una definición de bienestar social debía incluir tanto eficiencia como igualdad.
Durante el siglo XX, la economía del bienestar se desarrolló rápidamente. El criterio de compensación de Nichloas Kaldor y John Hicks, y las subsiguientes críticas de Scitovsky, Little y Paul Samuelson, tratan de encontrar un modo de clasificar los diferentes óptimos. También, la función de bienestar social de Bergson y el teorema de la imposibilidad de Arrow, demuestran que el bienestar óptimo no podía ser identificado. La teoría del segundo mejor, desarrollada por Lipsey y Lancaster, trataba de encontrar un óptimo cuando la optimización de Pareto no podía ser alcanzada. Finalmente, el creciente uso del análisis coste-beneficio demuestra como el análisis de la economía del bienestar sigue siendo relevante hoy en día.