Un tipo de cambio flexible libre, también denominado puro, es un sistema cambiario flexible determinado únicamente por las fuerzas del mercado, de la demanda y oferta de divisa doméstica y extranjera, y donde el gobierno no tiene intervención alguna. Estos tipos son resultado de la idea de laissez faire o de la economía del libre mercado.
Los tipos puros son, teóricamente, el mejor sistema a adoptar por una economía. Permiten a los países mantener su independencia monetaria que básicamente significa poder enfocarse en sus aspectos internos, el control de la inflación y el desempleo, sin tener que preocuparse de asuntos externos. Sin embargo, debemos considerar la existencia de posibles shocks externos, como el precio del petróleo o fugas de capitales, que pueden hacer imposible el mantenimiento de un sistema de tipos flexibles puros.
En realidad, casi ninguna de las divisas de los países desarrollados posee un sistema de tipos de cambio flexibles puro ya que siempre existe algún grado de apoyo por parte del banco central y por tanto poseen un tipo sucio. De hecho, ya que la mayoría de los países intervienen en los mercados de divisas de vez en cuando, estos pueden ser considerados sistemas cambiarios sucios. El Sistema Monetario Internacional, que vela por el correcto funcionamiento del sistema monetario internacional y monitoriza las políticas económicas y financieras de sus miembros, permite la intervención en los tipos cuando hay claros signos de riesgo para la economía de algún país miembro.
La siguiente figura muestra los diferentes regímenes según cuatro variables: la flexibilidad del cambio, la pérdida de una política monetaria independiente, el efecto anti inflación y la credibilidad del compromiso del tipo de cambio.