El signalling es similar al screening excepto que es el agente con información completa quien realiza el primer movimiento para posicionarse como “buen” agente, como una cereza. El ejemplo más citado es generalmente el mercado de trabajo. Cuando examinamos las posiciones más cualificadas, nos damos cuenta de que aquellas personas que ocupan tales puestos tienen alguna forma de educación superior. Sin embargo, excepto en campos como la ciencia y la medicina, las cualificaciones de estos empleados no están a menudo relacionadas con su trabajo: por ejemplo, un analista financiero con grado en filosofía. Hasta hace poco, se asumía que un grado podría estar totalmente no relacionado con el trabajo a desempeñar porque el caso es que ofrece alguna forma no específica de capital humano que puede ser usada en cualquier campo, como una gran capacidad de análisis, un pensamiento lógico, y una capacidad para resolver problemas.
Sea como sea, nuevas corrientes especifican que un título de grado es simplemente una forma de signalling: esto es, una forma de mostrar que tienes ciertas cualidades, sean innatas o desarrolladas, que te han permitido alcanzar un nivel de educación y completarlo. Es una cuestión de “qué vino primero” – si tu título de grado te ha hecho capaz de obtener un trabajo o si ya eras capaz pero tenías que demostrarlo. En este escenario, un título es meramente una hoja de papel que prueba tus conocimientos sobre filosofía pero nada sobre finanzas. Sin embargo, sí que prueba ciertas cosas: que tienes un cierto nivel de inteligencia, que tu perfil es superior a la clase media baja (que puede ser importante para la cultura corporativa), y que tienes suficiente perseverancia al haber completado los cursos académicos.
La mayoría de los especialistas en recursos humanos admitirán que contratar graduados para trabajos cualificados es al menos una combinación de lo que tu grado te permite y lo que el hecho de tener un grado dice de ti. El caso es que la mayoría de la gente no solo escogió hacer un grado basándose en su amor innato por la filosofía. Sino que, sabían que tenían que conseguir un grado en algo (debido a presión familiar, expectativas, presión de grupo y futuro empleo, además de, por supuesto una insaciable sed de conocimiento) y reducir sus estudios a algo que hacer durante esos años. Es igual que el arte de escribir un CV: tienes que elegir hobbies que sean aceptables e interesantes (algo razonablemente arriesgado como escalada equilibrado con alguna actividad intelectual como la poesía) y detallar otros logros no relacionados. Ser capitán del club de ajedrez o haber publicado numerosos artículos sobre alimentación de perros no te preparan para diseñar puentes o trabajar en bolsa, pero dice algo sobre quien eres, convirtiéndote en una cereza en vez de en un limón; un buen agente capaz de realizar análisis financieros, en lugar de alguien que holgazaneará desde el primer día llevando a la compañía a bancarrota.