El comportamiento del consumidor es un problema de maximización, es decir, debemos sacar el máximo partido a unos recursos limitados para maximizar la utilidad. Como los consumidores somos teóricamente insaciables, y las funciones de utilidad crecen con la cantidad, lo único que limita nuestro consumo es la renta (asumiendo que tratamos con bienes normales, no negativos o dañinos con los que queramos limitar el consumo).
La restricción presupuestaria (la recta verde en la figura de la derecha) corresponde a una de las dos partes del problema de maximización. Necesitamos equilibrar la utilidad que extraemos del consumo con la renta que poseamos, que corresponde a nuestra restricción presupuestaria.
Suponiendo que tenemos una elección entre dos bienes (1 y 2), nuestra restricción presupuestaria será:
lo que simplemente indica que nuestra renta debe ser al menos tan alta como la suma de la cantidad consumida de cada bien, multiplicada por su el precio de cada bien.
Esto demuestra que nuestro consumo se encuentra acotado y que cuanto más gastemos en un bien, menos podremos gastar en el otro.