En su artículo de 1981, “Credit Rationing in Markets with Imperfect Information” (El racionamiento del crédito en mercados con información imperfecta), Joseph E. Stiglitz y Andrew Weiss definen una situación similar al caso del mercado de los limones, un artículo de George Akerlof. Sin embargo, Stiglitz y Weiss analizan los mercados financieros. En este caso, es el «vendedor» de crédito que saca del mercado a causa de la selección adversa.
El racionamiento del crédito implica que el crédito no está disponible para todos aquellos que lo deseen, a ningún tipo de interés. Si los mercados funcionan a la perfección, la oferta y la demanda de crédito fijarían un nivel de tipos de interés al que los prestamistas estarían dispuestos a asumir el riesgo, y los prestatarios estarían dispuestos a aceptarlo con el fin de financiar sus proyectos. Sin embargo, la aceptación de los intereses altos también puede ser una señal: si tenemos un buen historial de crédito y no necesitamos desesperadamente el dinero, es probable que no aceptemos tipos de interés excesivamente altos, nos limitaremos a posponer nuestros proyectos o compras. Necesitar desesperadamente el dinero es intrínsecamente una mala señal para los prestamistas, lo que puede significar que cuando las tasas de interés se elevan por encima de un cierto nivel, los prestamistas pueden asumir que cualquier persona dispuesta a aceptar un crédito a esos tipos es un ‘limón’, y que el riesgo de impago de su crédito es demasiado alto. Lo más probable es que la persona que esté adquiriendo el préstamo lo pida de buena voluntad, pero en una situación financiera desesperada (lo que significa que a pesar de sus mejores esfuerzos es probable que no cumpla todos los pagos), o que simplemente no se preocupe por el tipo de interés porque no tiene ninguna intención de devolver el préstamo.
Suponiendo que hay dos tipos de prestatarios, A y B, y que ambos quieren invertir en proyectos similares con un nivel de riesgo diferente. Supongamos que los prestatarios de tipo A prefieren invertir en proyectos «más seguros» que los prestatarios B aunque la rentabilidad media sea la misma, por ejemplo, 110. Los prestatarios de tipo A tienen una gama de posibles retorno sobre la inversión (ROI, por sus siglas en inglés) que son preferibles, que oscila entre 90 y 120 para su inversión, lo que significa que si invierten 100, a tipos de interés superiores al 20% su beneficio será 0, incluso si su proyecto tiene éxito. Sin embargo, los prestatarios de tipo B también tienen un rendimiento promedio de 110 para su inversión de 100, pero con un intervalo de entre 70 y 180, con una distribución que sesga su ROI promedio al 10%, al igual que para los prestatarios A. Esto significa que, si son realmente optimistas (ya que los inversores tienden a ser de mayor riesgo), son capaces de aceptar tipos de interés de hasta el 80% y aún así ganar dinero.
Suponiendo que tanto A como B no devolverán el crédito si su ROI es negativo (por debajo de 100), lo cual es una suposición que a los bancos les gusta hacer, entonces tendrán un punto de corte, puesto que todos aquellos que estén dispuestos a aceptar tipos de interés superiores al 20% son por lo tanto inversores de riesgo, de tipo B. Cuando los tipos de interés se acercan a 20%, el crédito acabará desapareciendo, ya que todos aquellos que estén dispuestos a aceptar tipos más altos serán vistos como probables infractores.