Esta escuela de pensamiento económico, que se centra en la macroeconomía, está principalmente basada en las interpretaciones del libro más importante de John Maynard Keynes: “Teoría general del empleo, interés y dinero”, 1936.
La tesis principal de Keynes era que el desempleo durante la Gran Depresión fue el resultado de una demanda decreciente, y que la solución era reanimar la economía a través de la inversión publica. Una política keynesiana promocionaría, por ejemplo, las obras públicas como la construcción de presas o carreteras.
Seguidores del keynesianismo, o de la economía keynesiana, creen que aunque los negocios y el sector privado trabajando en un entorno liberal funcionan de una manera eficiente, a veces pueden aparecer fallos de mercado. Por eso, apoyan cierto grado de implicación del sector público para prevenir estos fallos y restaurar la economía en caso de que aparezcan, a través de políticas monetarias y fiscales. Sin embargo, dan como más eficientes a las segundas, siendo las políticas monetarias defendidas por los monetaristas.
El keynesianismo fue la principal doctrina económica desde 1936 hasta la llegada del Monetarismo, con el que coexistió hasta la estanflación de los años setenta.
Joan Robinson, Nicholas Kaldor y John R. Hicks son algunos de los discípulos de Keynes y por tanto, economistas keynesianos, principalmente de la Escuela de Cambridge en su significado no neoclásico.