Una opción para mitigar los problemas derivados de la información asimétrica es diseñar un contrato de manera detallada para que aquel que entre en el contrato tenga menos que ganar si es un “limón”. Existen numerosas implicaciones prácticas de esto, siendo la más clara el mercado de seguros, donde haciendo pagar a los asegurados parte de la cantidad dañada no solo puede reducir el conflicto de selección adversa sino también el riesgo moral (atrayendo únicamente a los conductores más seguros y asegurándose de que aparcan de manera más cuidadosa).
Otro ejemplo práctico se encuentra en el mercado de trabajo, con salarios variables, comisiones, y bonus. Aunque los salarios millonarios que reciben los banqueros pueden parecer desmesurados, ayudan a mitigar el riesgo de contratar a alguien que se escape de la señalización. Contratar un “lemon” por error no solo implica un menor salario si no que, en teoría, trabajará de manera más eficiente. Imaginemos que el salario medio de una analista financiero es 50.000€ y le ofrecemos 20.000€ más un bonus variable de 50.000€ basado en sus resultados. Los “limones” preferirán los 50.000€ de salario fijo. Aquellas personas más trabajadoras optarían por el bono variable. Aceptar este tipo de estructura salarial puede ser una forma de señalización por sí misma.
Por ahora la idea debería estar clara. Los incentivos funcionan mitigando los efectos de:
- Riesgo moral: contratos que tienen incentivos para trabajar más duro, conducir de manera más cuidadosa, o para dejar de fumar.
- Selección adversa: contratos que erradican los “limones”, haciendo los contratos atractivos solo para aquellos que son más seguros, más sanos, o más inteligentes. Esto se consigue ofreciendo condiciones mejores para aquellos que respondan por encima de la media y peores en caso contrario.