La utilidad es la “satisfacción” que obtenemos al usar, poseer o hacer algo. Es aquello que nos permite elegir entre diferentes opciones, y puede ser representado en una gráfica.
Una función de preferencia asigna orden a un conjunto elecciones. Esto resulta útil ya que nos permite observar el comportamiento del consumidor como un problema de maximización: a partir de un conjunto de opciones y una restricción presupuestaria, tendremos que elegir aquello que más nos satisfaga. Las funciones de utilidad se suelen expresar como U(x1,x2,x3…), lo que significa que U (nuestra utilidad) es la función de las cantidades de los bienes x1,x2,x3, etc. Si A es una cesta de bienes y tenemos que , entonces U(A)>U(B). Es decir, si preferimos A sobre B es porque nos aporta una mayor utilidad.
Las funciones de utilidad siguen el mismo código de conducta y principios que las preferencias, dado que son meras representaciones numéricas de las mismas. Es decir, son transitivas, completas, continuas y convexas por esta razón. Que sean continuas nos permite diferenciarlas, y puesto que teóricamente somos insaciables, podemos afirmar que:
Esto significa que cuanto más cantidad de un bien consumamos, mayor utilidad tendremos. Es lo mismo que decir que las funciones de utilidad crecen con la cantidad.
Lo más importante que podemos señalar es quizás el hecho de que las funciones de utilidad no asignan un valor numérico a nuestras preferencias. Simplemente indican orden y magnitud de preferencia, es decir, qué es lo que más nos gusta y por cuánto.